domingo, 23 de octubre de 2011

Embarazoso

Los doctores sabían que su cuerpo lo rechazaría, las enfermeras estaban desconcertadas, los pacientes estaban felices desde el día que se anunció. Un embarazo era lo que el hospital necesitaba para levantar los ánimos, especialmente desde que había muerto el viejo que se sentaba junto al árbol…
A medida que pasaban los días era más evidente, todos los síntomas se dieron según lo esperado, y para los pacientes la alegría crecía proporcionalmente con el vientre. La expectativa los mantenía a todos mansos, por lo que ciertamente no solo los enfermos lamentarían el día en que el proceso se vio interrumpido.
El aborto se dio de forma natural: el abdomen volvió a su tamaño original al igual que los pechos y la cadera, las nauseas cesaron y nunca más volvieron las ganas de vomitar.
El hospital mental lloró la muerte del bebé; el hombre solo necesitó de un corto momento de lucidez para darse cuenta de que el embarazo estaba en su mente.

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