Debía recrearlo todo cada noche de modo que pudiera callar los maullidos de gato que no lo dejaban dormir desde el día en que lo asesinó: La encerrona del felino, sus suaves ronroneos, el momento de cargarlo, las garras arañándolo, los quejidos ensordecedores, el golpe de gracia, el despojo del cadáver...
El rito se llevó a cabo sagradamente a la misma hora, noche tras noche, hasta el día en que la vecina decidió intentar con un canino.
Después de escribir largo y leer más he venido aquí y encuentro lo que busco. La frase de Cyril
ResponderEliminarme importa, volveré